Dos volúmenes que confluyen: uno es blanco y minimal, el otro curvo y sofisticado.
Son sinceros. El cubo alberga dormitorios con grandes ventanas; la bóveda, salas de estar. Una lámina de agua protege la edificación y su entrada se provoca a través de una ligerísima pasarela de madera. Me gusta como al iluminarse el pesado techo abovedado, por el ventanal trasero, éste lo transforma en una bella curva que flota sobre el salón.