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La importancia de la primera impresión queda patente en este proyecto. Un imponente porche en forma de L, formado por 6 vigas con acabado imitación madera, nos da la bienvenida a la vivienda. Una gran doble altura abierta al exterior nos enseña la escalera volada que une planta baja y alta. El agua del estanque de entrada se une con la piscina de la fachada trasera, cando continuidad. La verticalidad marca la fachada de acceso.
Cambiamos el discurso en la fachada posterior, donde cobran protagonismo las líneas horizontales. Un gran porche en planta baja, rematado con un marco revestido en piedra, une las terrazas de planta alta y protege las zonas de relax de esta terraza. En contraste, se protegen las terrazas de planta alta con una cubierta, apergolada en el centro, y un muro lateral más livianos. Marcada sensación de amplitud que se acentúa con las grandes carpinterías que unen exterior e interior. Tres muros revestidos en cerámica gris, marcan la horizontalidad que equilibra esta fachada.